Ya no te quiero, niña.
No quiero todo lo que eras tras ese portal. No quiero tu ropa de domingo, ni los dulces ni los helados, ni todo ese calor de verano. No quiero volver a ver el número 10, ni cascos, ni la camiseta que ahora se pudre en mi armario. Con tu nombre y el suyo.
Ya no te quiero, y te mataría. Te mataría. Pero sé que seguirás viva en ideas que ya no son mías, en un tiempo que no controlo ni conozco, y tú tampoco, niña. Tú tampoco. Seguirás paralela, quiera o no, porque eso fue lo que prometí. Que seguirías ahí, eterna. Que seguirías ahí, en la eterna búsqueda de tu eterno hombre, eterna niña. Aunque yo ya no te quiera.
Ni te escuche.
Ni te entienda.